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Se entiende como ducha o regadera (en México y Venezuela) al baño en el que el agua cae sobre el sujeto, estando éste de pie y sin producirse acumulación de agua, pues la usada se dirige directamente al desagüe, o a la acción de usar estas instalaciones.
La primera civilización que utilizó un tipo de instalación que hoy podríamos considerar como una ducha fueron los antiguos griegos. Sus acueductos y su alcantarillado hecho con tuberías de plomo permitían que el agua que se bombease hacia dentro y hacia fuera de las grandes salas de duchas comunales utilizadas tanto por las élites como por los ciudadanos comunes.
La denominada ducha escocesa, es la que alterna los chorros de agua fría y caliente.
El agua caliente y el vapor dilatan los vasos sanguíneos, favorecen la transpiración, relajan los músculos y las articulaciones y hacen afluir sangre y calor a la superficie del cuerpo.El agua fría y el hielo constriñen los vasos, reducen la inflamación y la congestión superficiales. También producen una mayor afluencia de sangre a los órganos internos.
Este tipo de duchas reactiva la circulación sanguínea y tonifica la piel del cuerpo.
Ayuda a recuperar la energía y mejorar el estado de ánimo.
Los chorros calientes, irán dirigidos a aquellas zonas en las cuales sienta dolores musculares como puede ser la zona lumbar, el cuello o la espalda.
En el abdomen, lo mejor es el agua tibia y a una baja presión.
Para limpiar la piel bajo la ducha, se pueden elegir geles a base de romero y espliego, ya que este tipo de plantas aromáticas, son beneficiosas para piernas con varices y problemas circulatorios.
Con la ducha escocesa se consiguen efectos tonificantes y estimulantes, conseguiendo un efecto de micromasaje superficial muy agradable.
Es estimulante, ideal para combatir el estrés, y un exfoliante natural, que contribuye a la eliminación de células muertas.
El término cuarto de baño es un concepto moderno, y su historia debe entenderse a través de la evolución de conceptos que se ubicaban en espacios diferentes hasta hace poco: las necesidades corporales y el ritual del baño, a los que se sumó, ya a finales del siglo XIX un nuevo hábito: el aseo de las manos como medida preventiva ante el contagio.
Las necesidades corporales han sido consideradas en la mayoría de las civilizaciones como indecorosas, privadas y a realizar lejos de la vivienda. El orinal, inventado en Grecia, con diversas adaptaciones según la época, fue no sólo el instrumento al uso en el siglo XIX sino un símbolo de estatus. Mientras, el baño tuvo diferentes connotaciones: religión y placer en Egipto; actividad social en Roma; prácticamente total olvido en la edad Media; higiene, religión y acto social en el Islám.
No fue hasta finales del siglo XVI que se empezó a vislumbrar un sustituto al orinal. En 1596 Sir John Harrington, ahijado de Isabel I, ideó un asiento con un desagüe subterráneo y deposito de agua.
El inicio de los sanitarios modernos lo debemos situar en el siglo XVIII, gracias a las novedades introducidas por Alexander Cummings y Joseph Bramah. El último tercio del siglo XVIII supone también la implantación de un concepto hasta ese momento desconocido y que sería el precursor del cuarto de baño actual: la limpieza se asocia con la salud y no sólo con el adorno y la apariencia.
Para vencer las enfermedades contagiosas como la peste, la cólera, el tifus y la fiebre amarilla, entre otras, se perfilan las primeras medidas de higiene generalizada: lavarse la manos habitualmente y aseo diario con agua y jabón. Estos hábitos son difundidos a escala internacional a través de médicos y políticos de la época. A causa de ello, a finales del siglo XIX los cuartos de baño empiezan a generalizarse, y los arquitectos los incluyen ya en sus planos de viviendas: por primera vez se asocia la limpieza de la piel con un espacio doméstico específico y se pone fin a la tina y la jofaina en las habitaciones.
Es el inicio del sistema del alcantarillado moderno, que incide decisivamente en la modernización del cuarto de baño, gracias a la completa instalación sanitaria: tuberías, grifos, desagües; al calentador del agua, que sustituyen a los recipientes de agua caliente que había que desplazar a las habitaciones, y al mobiliario complementario: toallero, percha, jabonera, armarios.
Por su comodidad y facilidad de limpieza, la porcelana blanca se impone a los recargados diseños victorianos que hasta el momento dominaban la estética de los aparatos sanitarios. En los años 20, los baños en suite empiezan a popularizarse en Estados Unidos, una moda que sin embargo no llegará a Europa hasta 1980. Entre 1920 y 1930 en Inglaterra se empieza a generalizar el uso de la electricidad, lo que influye en gran manera en la decoración de los cuartos de baño. Se empieza a experimentar con diferentes colores en la manufacturación de aparatos sanitarios. En España, la porcelana sanitaria se introduce en 1936 de la mano de Roca, que en 1943 inicia la comercialización de porcelana del sector.