Durante el Sábado Santo, entre la muerte de Jesús el viernes y su resurrección el domingo, los cristianos pretendemos tener los mismos sentimientos y las mismas actitudes de sus discípulos y de su madre María.
Ha terminado la cuaresma, el tiempo de conversión interior y de penitencia, ha llegado el momento de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Después de la entrada triunfal en Jerusalén, ahora nos toca asistir a la institución de la Eucaristía, orar junto al Señor en el Huerto de los Olivos y acompañarle por el doloroso camino que termina en la Cruz.