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Religión.

Saúl Cabrera, Ginés Gutiérrez y Raquel Santana.

Mitología Griega.

En la antigüedad, ya existían Dioses relacionados con el dinero y su poder frente a la religión.

Pluto era es la personificación de la riqueza. Con riqueza, hacemos referencia a cualquier bien material con valor económico. Asimismo, era considerado Dios de la agricultura, fuente primaria de riquezas de aquella época dada la base de obtención monetaria.

Antigüedad Romana.

Al igual que los griegos, los romanos poseían un ser todopoderoso anexionado al dinero.

Jano simboliza una especie de héroe cultural. Fue el creador del dinero, así como de la agricultura, al igual que Pluto. Este es reconocido también por la hipocresía dadas sus dos caras. El despotismo que genera la riqueza individual.

La Edad Media.

Esta fue una época en la que la Iglesia y la religión tuvieron un gran auge.

Tras el surgir de la religión católica, la jerarquización siguió su recorrido e importancia. Las clases privilegiadas poseían todas las riquezas por Derecho Divino. Esto supone que era la voluntad de Dios la que predisponía el poder máximo y, por tanto, monetario, en los individuos. Una religión que basa en el dinero como mayor privilegio.

Iglesia.

Se trata de una potencial fuente de ingresos.

Las conocidas iglesias góticas han sido obra de millones de euros en cada uno de sus aspectos. No obstante, góticas o no, es sabido que las inglesas son una potencial fuente de poder monetario. De alguna forma, parte del poder que poseen se le atribuye al capital del que disponen.

Además, la iglesia es dueña de gran parte de las obras más conocidas de arte, valoradas en cantidades de dinero inhumanas.

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La sociedad tiene asociada a la religión con la riqueza como poder, que conlleva, a su vez, autoridad y posesiones. En la teoría, se trata de un conjunto de creencias religiosas y normas de comportamiento que son propias de un grupo humano que admiran a una divinidad común, sin aparente mención de cualquier bien material o dinero.

Las instituciones religiosas suponen un punto intermedio entre el creyente y el dios, esta institución en vez de aportar más de lo que pide hace lo contrario.
Presuponiendo a Dios como ser trascendente y perfecto, el ser humano no podría igualar su magnitud. Es por ello que en algo tan grande como la creación de la Iglesia, el ánimo de lucro individual sería algo difícil de obviar, sumado a la avaricia humana.

La iglesia a pesar de respaldarse en una idea de igualdad y fraternidad humana, produce injusticias y odios.

En relación con el dinero, esta institución, en la actualidad, reposa sobre una idea que ella misma ha infundado de que los logros en la causa de acabar con la pobreza son, en gran parte, gracias a la misma.

Dado que la iglesia no declara el dinero de sus gastos, es imposible esclarecer si realmente esta organización ayuda como suele decirse que ayuda.

Pero si nos fijamos en la historia, la relación que tiene la iglesia con compartir sus bienes no es que sea el mejor ejemplo para mostrar lo que es la generosidad con los más desfavorecidos.