Dos de las viudas eran hermanas, Penélope para quien el dinero no era nada y Lyra para quien el dinero lo era todo. Cuando sus esposos murieron las dos regresaron a la mansión de su padre Theodore Hood quien para ese entonces ya había conseguido a su segunda esposa. Al poco tiempo Theodore murió.
Una tarde las hermanas fueron citadas en la estancia de la casa por el señor Strankle, abogado de la familia y el doctor Benedict, médico familiar, el motivo hablar acerca de la situación de la señora Hood, quien había sido envenenada, siendo ellas las principales sospechosas del suceso.
El abogado mencionó algunas de las clausulas del testamento de Theodore como que cada una de las hermanas recibe una pequeña asignación de los ingresos de la finca, pero mientras la madrastra viva pasa a manos de ella, en el momento de su fallecimiento cada una recibirá do millones de dólares.
Ellery Queen se encontraba al lado de la cama de la señora Hood quien tenía un aspecto terrible, había sido envenenada otra vez, por fortuna el doctor Benedict llegó a tiempo.
La señora compraba su propia comida y además comía sola, había comprado una nueva vajilla que solo la utilizaba ella, había comprado un nuevo cepillo de dientes, un nuevo dentífrico y cambiado la cerradura.
La mayor duda en ese momento era como había sido administrado el veneno Queen formuló varias preguntas en su mente pero ninguna tuvo una respuesta coherente.
Ellery se mantuvo cuarenta y seis horas sin comer, hasta que su padre lo tomó por la fuerza y lo recostó en su cama, allí Queen se sometió a las aspirinas, la bolsa de hielo y un bistec semiasado.